Siempre me ha gustado escribir. Admiro a las personas que escriben. Una de mis clases preferidas en la secundaria era la de literatura. Mi maestro, un cura salesiano muy culto, nos hacía disertar sobre los grandes de la literatura mundial. Aprendí mucho. No se me olvidan tramos de mis disertaciones en secundaria sobre Dante y su Divina Comedia y sobre los Griegos y su Acrópolis. No estudié literatura como no estudié música probablemente por la vocación descubierta tempranamente hacia las Ciencias Sociales y por ciertos comentarios familiares de que eso no daba pisto, en salvadoreño, o dinero en el español universal.
No me quejo de mis profesiones, las respeto y las amo, estudié sociología, economía y administración. Siento que las dos primeras son verdaderas ciencias, en tanto que la tercera es una aplicación de las ciencias. Y siempre he cultivado mi afición por la escritura. He escrito algunos trabajos en cada una de estas disciplinas, que más bien cabrían en un género de ensayo. Puse un empeño en redactar sobre la masacre de estudiantes del 30 de julio de 1975 en El Salvador, yo participé en la manifestación protestando contra la dictadura militar y comprendo que ese día volví a nacer...por un pelito me matan. Talvez cabría este escrito en un género denominado relato corto.
Nunca quise escribir libremente, he sido muy rígido para "soltarme" y expresar por escrito mis pensamientos. Nietzche me ha aconsejado a lo largo del tiempo que escribir es como hablar...y he decidido seguir su consejo. He querido escribir acabadamente con el propósito de que mis escritos condensen planteamientos de utilidad permanente. Pero me siento atado y con deseos de expresar muchas cosas así sea de manera imperfecta.
Las letras son un arte. El artista de las letras produce para otros partiendo de su intimidad, de su subjetivismo y procura hacerlo bellamente, dirigiendo la fuerza o atenuando la melodía de su palabra para mover emociones. Pero la primera emoción que mueve es la propia y esto es ya un gran paso, lo demás es un premio si logra impregnar a otros seres humanos por medio de su palabra escrita de la dulzura, la amargura, el viento, el tiempo, la visiones y el aliento de la vida constructiva de una humanidad mejor.
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