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Hoy es día de difuntos. Es casi una feria el cementerio. Se deben respetar, aunque no se compartan las costumbres de los pueblos.
En ciertas sociedades se contratan lloronas (probablemente por ser sociedades machistas no se contratan "llorones") cuando alguien muere, dicen que se le paga más a la que más llora y más grita, fingiendo el sufrimiento de la muerte de alguien que no conoce...y con desmayo o ataque de histeria la tarifa es mayor; se supone que es una expresión de dolor por la ausencia física, no espiritual de la persona que ha muerto. Al respecto me impresionó mucho una frase de la señora Rose Kennedy: ..."llorar es un acto íntimo" respondió cuando un periodista le preguntó porqué no lloraba públicamente por la muerte de sus hijos. Independientemente de las dimensiones políticas existe una dimensión puramente humana, de madre en este caso. Como sabemos la señora Kennedy sufrió al menos tres tragedias que implicaron la muerte de sus hijos uno muerto en la Segunda Guerra Mundial y los otros dos asesinados uno siendo presidente y otro aspirando a presidente de la potencia capitalista principal del planeta.
Pienso que también nacer y morir son actos íntimos. A mí no me gusta ir a velorios ni observar a los muertos en su ataúd. Preferio recordarlos como fueron en vida. Y recordar su aporte humano y agradecer siempre, recordando el que me dieron.
QUIERO ESTAMPAR EN EL CIBERESPACIO MI AGRADECIMIENTO.
Si me falta alguien es falla de mi cerebro y/o de mi tiempo, pero no de mi corazón.
De mi familia, agradezco a mi padre, sus enseñanzas, su cuidado, su responsabilidad, su amor..."un sí un no, una línea recta un fin"..."no te des por vencido ni aún vencido"...me hacía recitar esto último cuando declamaba, completo el poema Rebeldía del poeta argentino Pedro B. Palacios. Mi abuelo con su amor de carpintero y músico hizo una pequeña marimba para enseñarnos a tocarla a mi hermano y a mí...y me hizo una espada de madera con la que salí victorioso en un encuentro combativo con los niños de mi barrio. A tía Elisa, la generosidad y el amor hecho tía; me dió donde vivir con mi mujer embarazada durante las persecusiones de la dictadura militar...hasta me pagó la refrigeradora que había sacado a crédito, cuando salí del país, sin pedir nunca nada a cambio, sin reclamar nunca nada.
En ciertas sociedades se contratan lloronas (probablemente por ser sociedades machistas no se contratan "llorones") cuando alguien muere, dicen que se le paga más a la que más llora y más grita, fingiendo el sufrimiento de la muerte de alguien que no conoce...y con desmayo o ataque de histeria la tarifa es mayor; se supone que es una expresión de dolor por la ausencia física, no espiritual de la persona que ha muerto. Al respecto me impresionó mucho una frase de la señora Rose Kennedy: ..."llorar es un acto íntimo" respondió cuando un periodista le preguntó porqué no lloraba públicamente por la muerte de sus hijos. Independientemente de las dimensiones políticas existe una dimensión puramente humana, de madre en este caso. Como sabemos la señora Kennedy sufrió al menos tres tragedias que implicaron la muerte de sus hijos uno muerto en la Segunda Guerra Mundial y los otros dos asesinados uno siendo presidente y otro aspirando a presidente de la potencia capitalista principal del planeta.
Pienso que también nacer y morir son actos íntimos. A mí no me gusta ir a velorios ni observar a los muertos en su ataúd. Preferio recordarlos como fueron en vida. Y recordar su aporte humano y agradecer siempre, recordando el que me dieron.
QUIERO ESTAMPAR EN EL CIBERESPACIO MI AGRADECIMIENTO.
Si me falta alguien es falla de mi cerebro y/o de mi tiempo, pero no de mi corazón.
De mi familia, agradezco a mi padre, sus enseñanzas, su cuidado, su responsabilidad, su amor..."un sí un no, una línea recta un fin"..."no te des por vencido ni aún vencido"...me hacía recitar esto último cuando declamaba, completo el poema Rebeldía del poeta argentino Pedro B. Palacios. Mi abuelo con su amor de carpintero y músico hizo una pequeña marimba para enseñarnos a tocarla a mi hermano y a mí...y me hizo una espada de madera con la que salí victorioso en un encuentro combativo con los niños de mi barrio. A tía Elisa, la generosidad y el amor hecho tía; me dió donde vivir con mi mujer embarazada durante las persecusiones de la dictadura militar...hasta me pagó la refrigeradora que había sacado a crédito, cuando salí del país, sin pedir nunca nada a cambio, sin reclamar nunca nada.
Se me fueron, se me quedaron...quizás para quedarse en una forma superior, el ser humano regresa a su forma inferior, a ser polvo.
A mamá Toña, mi abuela materna, que cuando yo era chiquillo, hacía bolitas de masa con las tortillas y me las daba en la boca y se reía cuando yo le preguntaba: "¿te lavaste las manos?"...asaba hígado de res en una fogata improvisada, no por falta de cocina, y se sentía feliz, asándolo, cortándolo, rociándolo con limón y dándome de comer en cuclillas los dos, abuela y nieto, alrededor de la fogata. Diabetes, cáncer, infarto, neumonía...la ley de la vida.
De mis compañeros de lucha recuerdo a Jesús. Asesinado cuando ya se había decretado el cese de hostilidades. Me impresionó que en papelito, señalando cita para una reunión firmara como "Jesús Rojo". Tenía un considerable, más bien, más que considerable, parecido físico a Jesús, el Cristo, solo que era pelón y con barba recortada. Su espíritu se siente. A Félix...Rector Mártir..."creo que existen grandes posibilidades de que me maten, pero lo que yo no quisiera es que me dejaran inválido, en una silla de ruedas". A Mario, la soberanía nacional encarnada, comandante que murió después de los Acuerdos de Paz, según las noticias, evitando el asalto delincuencial contra una anciana. A Miguelito sabio de la vida y de la muerte, de la constancia y la lealtad a los principios, me enseñó las cicatrices de su fusilamiento en 1932 mezcladas con consejos de firmeza para la vida. A Felipe, muerto en combate,..."nosotros somos radicales, no somos revolucionarios. Ser revolucionarios es de toda la vida", nos decía allá por 1970.
Gracias por el amor, las enseñanzas y la protección. Nos dan seguridad en la vida y en la muerte.
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De mis compañeros de lucha recuerdo a Jesús. Asesinado cuando ya se había decretado el cese de hostilidades. Me impresionó que en papelito, señalando cita para una reunión firmara como "Jesús Rojo". Tenía un considerable, más bien, más que considerable, parecido físico a Jesús, el Cristo, solo que era pelón y con barba recortada. Su espíritu se siente. A Félix...Rector Mártir..."creo que existen grandes posibilidades de que me maten, pero lo que yo no quisiera es que me dejaran inválido, en una silla de ruedas". A Mario, la soberanía nacional encarnada, comandante que murió después de los Acuerdos de Paz, según las noticias, evitando el asalto delincuencial contra una anciana. A Miguelito sabio de la vida y de la muerte, de la constancia y la lealtad a los principios, me enseñó las cicatrices de su fusilamiento en 1932 mezcladas con consejos de firmeza para la vida. A Felipe, muerto en combate,..."nosotros somos radicales, no somos revolucionarios. Ser revolucionarios es de toda la vida", nos decía allá por 1970.
Gracias por el amor, las enseñanzas y la protección. Nos dan seguridad en la vida y en la muerte.
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