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Me gusta la palabra disquisición por radicalmente ambigua. El diccionario la define como “un comentario que se aparta del tema de que se trata”, como una divagación, como una digresión, al mismo tiempo que “un examen riguroso que se hace de alguna cosa”. Y es paradójica, refleja la realidad. La realidad es una disquisición: las cosas son y no son al mismo tiempo, ya lo dijo Heráclito. Y también refleja el pensamiento: para analizar una cosa se tiene que hablar de otras cosas. Un ensayista debe ser un disquisidor, si puede usarse la palabra. Debe seguir el “hilo conductor”, como recordaba Marx, al tiempo que trata las relaciones, la totalidad, como refieren que dijo Hegel: la verdad es el todo.
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Me gusta la palabra disquisición por radicalmente ambigua. El diccionario la define como “un comentario que se aparta del tema de que se trata”, como una divagación, como una digresión, al mismo tiempo que “un examen riguroso que se hace de alguna cosa”. Y es paradójica, refleja la realidad. La realidad es una disquisición: las cosas son y no son al mismo tiempo, ya lo dijo Heráclito. Y también refleja el pensamiento: para analizar una cosa se tiene que hablar de otras cosas. Un ensayista debe ser un disquisidor, si puede usarse la palabra. Debe seguir el “hilo conductor”, como recordaba Marx, al tiempo que trata las relaciones, la totalidad, como refieren que dijo Hegel: la verdad es el todo.
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