Tiene que ver con Roque, aquel que quedó con la nariz tordida por una pedrada. El que se parece a las pupusas. Su nombre es consustancial a El Salvador. El mismo poeta Roque Dalton, con nombre de once letras, que fué asesinado en un oscuro y nauseabundo cuarto de la conciencia humana en 1975 en El Salvador.
Cuando Roque Dalton estuvo exiliado en Chile participó en un evento cultural junto a otros intelectuales latinoamericanos. Las intervenciones de los intelectuales fueron recogidas y publicadas por la editorial mexicana Siglo XXI. Según la versión de Siglo XXI, Roque Dalton había dicho en esa oportunidad que en El Salvador había un comunista que creía en la Sigüanaba. Y que ese comunista se llamaba Miguél Mármol.
Cuando Roque Dalton estuvo exiliado en Chile participó en un evento cultural junto a otros intelectuales latinoamericanos. Las intervenciones de los intelectuales fueron recogidas y publicadas por la editorial mexicana Siglo XXI. Según la versión de Siglo XXI, Roque Dalton había dicho en esa oportunidad que en El Salvador había un comunista que creía en la Sigüanaba. Y que ese comunista se llamaba Miguél Mármol.
La existencia de un materialista marxista que cree en seres mitológicos de origen maya, era y es todo un acontecimiento.
¡Increíble!. Un militante histórico del comunismo salvadoreño y latinoamericano, practicante del ateísmo científico, no cualquier clase de ateísmo, repito, científico, creía en la reencarnación de un ser de ascendencia Maya. Para colmo una feísima mujer no de enormes, sino enormísimas tetas, que las golpea en las piedras de los ríos, que anda desnuda con su cuerpo verdoso y decrépito y se convierte en una bella joven en la noche para enredar a algún jinete a fin de que la lleve en su caballo y luego se reconvierte en la Sigüanaba, su verdadera identidad, causando pavor, carcajeándose estruendosamente y asustando hasta traumatizar a quien la ha cortejado. Quedó tocado por la Siguanaba, dicen de hombres con signos de idiotez.
Uno puede imaginarse al leer la recopilación de Siglo XXI, cuan molesto se sentiría Miguel Mármol, si, como el lo conocía, eran usuales en Roque Dalton el tono irónico pero agudo, burlón pero serio al mismo tiempo. Roque era un artista de las letras experto en ridiculizar respetuosa e irrespetuosamente y para más, bellamente.
Uno puede imaginarse al leer la recopilación de Siglo XXI, cuan molesto se sentiría Miguel Mármol, si, como el lo conocía, eran usuales en Roque Dalton el tono irónico pero agudo, burlón pero serio al mismo tiempo. Roque era un artista de las letras experto en ridiculizar respetuosa e irrespetuosamente y para más, bellamente.
Siempre tuve la impresión de que el relato de Roque, no era falta de respeto hacia Miguel Mármol. Roque sabía que Mármol era historia viviente del cambio social salvadoreño, fusilado en la insurrección de 1932 quedando vivo de milagro. Años después el mismo Roque escribiría sobre la vida del creyente en la Siguanaba.
Leí el pequeño libro de Siglo XXI pensando en la calidad literaria de Roque Dalton y el rescate hilarante que él hacía de aquellos reflejos profundamente humanos de las personalidades de nuestra historia. Pero también me dio la impresión de que a Miguel Mármol el relato que lo vinculaba con la Sigüanaba no le hacía mucha gracia...no porque pensara en la incredulidad de Mármol en la existencia del mitológico ser, sino porque no se tomaba en serio las bases de tal creencia.
Yo le pregunté a Miguel Mármol si era cierto lo que decía Roque Dalton, sobre su creencia en la Siguanaba.
Durante un minuto sus agudos ojos con cierta fisonomía asiática no solamente se convirtieron en afilados clavos, sino que además brillaban con matices de inteligencia desconfiada ante una pregunta sanamente intencionada…pensé que Miguel Mármol interpretaba mi interés como una burla y me dió pena. Diculpándome le reiteré que yo quería saber seriamente sobre su forma de ver las cosas sobrenaturales y de la mitología maya.
Y, allá por 1987, la leyenda viviente de la Revolución Salvadoreña mirándome fijamente, probablemente para despejar el campo de las creencias en lo sobrenatural que tienen ateos científicamente convencidos, me dijo:
Yo le pregunté a Miguel Mármol si era cierto lo que decía Roque Dalton, sobre su creencia en la Siguanaba.
Durante un minuto sus agudos ojos con cierta fisonomía asiática no solamente se convirtieron en afilados clavos, sino que además brillaban con matices de inteligencia desconfiada ante una pregunta sanamente intencionada…pensé que Miguel Mármol interpretaba mi interés como una burla y me dió pena. Diculpándome le reiteré que yo quería saber seriamente sobre su forma de ver las cosas sobrenaturales y de la mitología maya.
Y, allá por 1987, la leyenda viviente de la Revolución Salvadoreña mirándome fijamente, probablemente para despejar el campo de las creencias en lo sobrenatural que tienen ateos científicamente convencidos, me dijo:
…”mire compañero, en la Unión Soviética, en la Academia de Ciencias de la URSS, no le dan la mano a uno bajo el umbral de una puerta, porque lo consideran de mal augurio y cuando lo reciben con flores en el aeropuerto los ramos tienen que ser impares, pues se considera que los ramos pares dan mala suerte”.
Y continuó contándome que cuando Roque lo entrevistó para redactar su biografía, le comentó el pasaje sobre la Siguanaba. Esto ocurrió muchos años después de los relatos de la editorial Siglo XXI.
"Lo que yo le dije a Roque sobre la Siguanaba, es lo que yo ví y oí. Me puse a la orilla del lago a esperar que salieran los pescadores en la noche para que me regalaran algo para comer, pues yo andaba huyendo. Llegó una muchacha muy bonita y luego un viajero a caballo. Intercambiaron palabras y seguidamente él la montó "en ancas" de su caballo y continuó su camino. Se perdieron en el horizonte de un cerro cercano y oí gritos despavoridos y carcajadas espeluznantes. Eso fué lo que yo ví y oí."
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